Soy consciente de que muchos de vosotros andáis buscando soluciones imaginativas para controlar el gasto y ahorrar algunos eurillos. Desde hace un tiempo, yo adopté una serie de medidas y a fecha de hoy, no me puedo quejar. He colgado un hueso de jamón en la lámpara del comedor y mojo pan en la sombra que proyecta en la mesa, veo la televisión hasta las diez de la noche (que es cuando el vecino de enfrente apaga la tele para irse a dormir) para lavar los platos he dejado de usar lavavajillas y uso lavagatillo: le pongo los platos delante del hocico a mi gato para que los lama y listos. Quizás el inconveniente es que luego los platos tienen un regusto raro, pero como el anuncio de Avecrem, o cueces o enriqueces. Obviamente soy de los segundos.
En gasolina gasto menos que un mechero, porque he cambiado mi coche de 105 caballos por un carro con un burro ¡el consumo es una pasada! Solo consume 6 kg. De alfalfa a los 100 km. Tardo más en llegar a los sitios, es verdad, pero disfrutar de un descapotable con este tiempo es una verdadera gozada ¿o no?
He dejado de usar desodorantes, porque aparte de que dañan la capa de ozono, cuestan un pico. Para disimular la transpiración de las axilas (ríete tú de los sobacos de Camacho) me pongo polvos de escayola que cuando se mezclan con el agua sobaquil forman un engrudo sólido que evita que salgan los efluvios ¡Ah!, y que pueda levantar los brazos también. Y es que no se puede tener todo…
Y luego está el tema de la ropa. Hace escasos meses el ministro italiano de medio ambiente Corrado Clini anunció en un programa de radio que se desperdicia mucha agua lavando la ropa, y que no es necesario cambiarse de ropa interior cada día.
El mismo se pone de ejemplo al decir que se cambia de calzoncillos una vez cada cuatro días, o que se puede sacar la ropa interior para que se airee un día, y ponérsela al día siguiente. Este hombre supera con mucho a lo que dijo otro ministro (pero este español) que decía que se comía los yogures caducados. Y yo me como los tomates con champiñones, pero no fritos. Los que yo digo se crían en la nevera y encima de su piel.
Pero retomando los consejos económicos del ministro Clini, he seguido sus directrices y tengo que decir que su sistema de ahorro tiene una ligera incompatibilidad con la higiene corporal, y más en verano. Como la pela es la pela, en vez de cuatro días yo me esperé diez para cambiarme los slips y francamente…cuesta mucho arrancarte la goma elástica de la cintura porque con los días, esta se quedada pegada a la piel. Tuve que usar el rascador de arena del gato para desprenderme de ellos, pero al poco me di cuenta de que no lo había lavado antes y bueno, no quiero entrar en detalles escatológicos, pero la sensación era ligeramente desagradable.
Una vez que me desprendí de ellos no hizo falta que los llevara a lavar, porque ellos mismos se fueron solos a la lavadora, y es que cuando todas las bacterias se unen como una sola, pueden arrastrar lo que sea. Y como no estamos para tirar agua ni siquiera la puse en media carga, con un vaso normal de 250 ml. va más que sobrado. Ya sé que muy limpios no van a quedar lo reconozco, pero por eso es ropa interior.
Las camisas no me quedan tan sucias cuando me las quito, incluso tienen la ventaja es que cuando la pongo a tender para que se ventilen no hace falta que le ponga pinzas ni colgarlas en el tendedero, estas se aguantan de pie. Y no es porque las tenga almidonadas, sino porque la roña cuando se seca hace una copa sólida muy consistente y evita que se doblen ¡no hace falta ni plancharlas!
Aunque también podría ducharme a diario, usar desodorantes y ponerme ropa limpia como hace la gente normal, porque por mucho ministro que sea de medio ambiente el señor Clini, la sensación que deja de ser un poco guarrete es más que evidente.
A ver si aprende un poco de nuestros políticos españoles ¡ellos sí que saben ahorrar! Ya que algunos –como cierto extesorero- que por no gastar, guardaba todos los billetitos en paraísos fiscales.
Redacción: Miguel Soria López
Deja una respuesta