Presentación de Eltalp

Es un enorme placer inaugurar esta sección de humor de esta revista digital que se acaba de presentar. Antes de nada permitid que me presente. Mis padres me pusieron de […]
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Es un enorme placer inaugurar esta sección de humor de esta revista digital que se acaba de presentar. Antes de nada permitid que me presente. Mis padres me pusieron de nombre Miguel. Los amigos y la familia me llaman así, pero la gente que me ha ido conociendo a lo largo de mi vida me ha  llamado de diferentes maneras. En la guardia civil haciendo guardia de cárceles, los presos me llamaban cariñosamente de muchas maneras… después de licenciarme todos me llamaban picoleto, de ahí a ponerme picolin como apodo en la red había un paso. Como parece que hay mucho italiano con ese apodo me pase a picolins pero para vosotros y en confianza, me podéis llamar Eltalp.

Eltalp es el apodo que llevo utilizando algunos años como jugador de Call of Duty (si vale, soy un viciado) y proviene de un concurso de la  televisión catalana denominado con el mismo nombre. “Talp” en castellano significa Topo. Y viene que muy apropiado ya que en internet nada es nunca lo que parece. Muchos tienden a camuflarse detrás de un apodo para crearse un personaje ficticio y vivir una vida que no es la suya. Con todo lo bueno y malo que eso conlleva.

Después de algunos años, en el trabajo dejaron de llamarme picoleto, para empezar a llamarme el calvo, y no precisamente porque sea aficionado a hacer el calvo en las duchas. Bueno, sí lo hago, pero sin enseñar el culo… Es decir, sí que enseño el culo, pero no me refiero a ese tipo de calvos. Que no tengo pelos en la cabeza quiero decir. Pero curiosamente en el culo, sí.

No sólo vivo del CoD, tengo otros hobbies y aficiones. Soy comprador habitual de productos de  cocina en Teletienda. Es curioso que con lo fácil y lo bien que funcionan por la tele, y lo asquerosamente cutre que te queda todo cuando lo usas en casa. No sé si me influye el público entregado que aplaude hasta hacer fuego con las manos, los actores de los videos que usan otros utensilios con increíble torpeza, las sonrisas Profident de los invitados, o a la oferta de que si no llamo en la próxima media hora me perderá la oferta de mi vida. También colecciono aparatos y artilugios de gimnasia que uso de manera compulsiva durante quince días, para guardarlos después en una habitación hasta que acumulan una considerable capa de polvo. Con los años ese polvo puede crear vida. Lo sé.

Y leer, me encanta leer.

Hace muchos años compré esos libros en unas casetas instaladas en el Moll de La Fusta de Barcelona. Aunque parezca mentira es verdad, tres libros de sabiduría de apenas dos centímetros y medio. Dicen que el saber no ocupa lugar. ¡Nunca imagine lo literal que podía ser eso!

Aunque puede resultar muy práctico, porque uno puede llevar los episodios nacionales de Pérez Galdós o la enciclopedia Espasa-Calpe en los bolsillos para consultarla. Tiene sus riesgos, porque te vas a dejar los ojos en ello, pero vale la pena presumir que no usas un e-Reader de esos electrónicos. A mí me gusta el tacto del papel, su olor a moho, a sus esquinas mordisqueadas por la carcoma. Por un lado contribuyo a la difusión de las publicaciones en papel escrito y por otro, a los oculistas.

 

Espero que nos podamos ver con cierta frecuencia por aquí, pero ahora tengo que dejaros porque he visto unas sartenes de cerámica que dicen que son la ostia…

 

Autor: Miguel Soria López

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