Tragedia
Tribueñe / Ramón M. del Valle-Inclán / Irina Kouberskaya
Irene Polo
David García
Chelo Vivares
Matilde Juárez
Fernando Sotuela
Antorrín Heredia
Miguel Ribagorda
Badia Albayati
Nereida San Martín
Carmen Rodríguez de la Pica
Mª Lisa Gª Budí
Matilde Juárez Jr.
Virginia Hernández
María Barrionuevo
Miguel Pérez-Muñoz
Rafael Usaola
José María Ortiz
Edgar Gómez
José Manuel Ramos
Marina Valverde
Lucinda Usaola
Pablo Múgica
Jesús Chozas
Inma Barrionuevo
Aunque se titule “El embrujado” creo que son varios los que sufren las consecuencias de la brujería en esta pieza de Valle-Inclán.
Pertenece al “Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte”, términos que nos dan las claves de la brujería.
La avaricia y la lujuria que desembocan en la muerte. Así, la avaricia provoca la venganza. Para lograrla, la lujuria que sirve de estímulo y embrujo para llegar a la muerte. Una muerte no deseada pero fruto de una venganza que prefiere la muerte a la miseria, aunque tenga que ofrecer la lujuria para su propio mal.
Se trata de una obra muy difícil y complicada que exige un nivel de concentración absoluto, tanto a los actores como al público o a los lectores.
Una obra coral llena de personajes y símbolos que pasarán desapercibidos si no se está muy atento y no se tiene una formación previa.
La directora, Irina Kouberskaya, explicó cómo se ha intentado respetar al máximo el espíritu del texto de Valle-Inclán.
Con los criterios actuales del teatro es casi impensable plantear un elenco de más de 20 personas en el que la representación es un regalo, un ágape y comunión en el que participan, autor, directora, actores y público. Un regalo en el que lo de menos es el dinero y lo de más el amor al teatro. Una oportunidad para vivir intensamente una experiencia teatral de primer orden. Un auténtico rito celta en que se recuperan tradiciones y modos de vida arcaicos, salvajes y milenarios que se han podido vivir en la sala Tribueñe.
No esperen una comedia, ni una farsa satírica al estilo de “Luces de bohemia”, aunque haya quien opine que no es una farsa. El caso es que aquí van a encontrar una tragedia en toda regla.
Ramón M. del Valle-Inclán quiso inmortalizar un mundo que iba a desaparecer tal y como él lo conoció. Desde luego, con este gran equipo, se ha logrado. El can de la avaricia, la lujuria y la muerte ha vuelto a ladrar.
Deja una respuesta