De vuelta a la normalidad

Bueno gente, ya estamos de vuelta de las vacaciones ¡Menos mal! Porque ya tenía ganas de volver a mi rutina normal de vida y descansar un poco. Se cogen con tantas ganas y tanta ansia que, en tres semanas quieres soltar todo lo que llevas dentro y oigan…que así no se puede.

He guarreado en las comidas, he picado y tomado refritos hasta engordar por sitios que pensaba que era imposible engordar, me he achicharrado tumbado en la arena de la playa, me he acostado a las horas  que la gente honrada y de vida ordenada se levanta, he castigado mis oídos en la pista de baile con unos decibelios tan altos, que una semana después todavía me repiquetean el yunque y el martillo. En cuanto a lo que he bebido no quieran saber. ¡Una de mezclas!  ¡Una de sabores y graduaciones en el mismo vaso! Tenía el hígado castigado hasta tal punto, que me levanté una mañana con el tiempo justo de pillar a mi hígado que se estaba intentando fugar descolgándose por el balcón.

Eso sí, luzco un precioso moreno jaspeado que es la envidia de todos. La mitad derecha e inferior de mi costado y espalda está bronceada, la mitad izquierda no. Mis piernas son morenas hasta cuatro dedos por encima de las rodillas, pero de ahí hasta el ombligo blanco como la leche. Quizás podía haber cogido un poco más de color en esa zona lúdico – deportiva aprovechando que uno de los días fuimos a una zona nudista cerca de San Pol de Mar (por accidente, no piensen que fue premeditado) pero uno es tímido para quitarse el bañador y solo faltaría que en un arrebato me encontrase presentando armas ante la población civil.

Ahora el problema es volver a recuperar mi anterior buen estado de forma, el tono muscular y mi vientre plano de antes de vacaciones (siiiii…sabemos todos que todo es mentira podrida, pero es que me hace mucha ilusión pensar que tengo un cuerpo de vicio) y por eso estoy intentado hacer vida sana.

Y en eso estaba, con un paquete de jamón dulce para cenar e intentando abrir el plástico de fácil apertura, pero que se acaba cortando con un cuchillo porque resulta materialmente imposible abrirlo. Mirando el paquete de jamón caigo en la cuenta en que hay frases en los envases y productos que pueden llevar a la confusión.  Si ir más lejos, en el paquete de jamón pone “Para abrir, tire de la pestaña” ¿Por pestaña se refiere ese triangulito apenas perceptible que hay en una esquinita? ¡Porque la primera vez que leí eso estuve a punto de sacarme un ojo de los tirones que me di! Lo único bueno que he sacado es que ahora uso pestañas postizas que me hacen los ojos más grandes y más bonitos.

En las conservas pasa más de lo mismo. Ahí no hay pestañas, pero si una frase que pone “Consumir antes de: ver la tapa del envase”. Pues la hemos jodido porque lo primero que he hecho es mirar la tapa, y por lo que parece ya no me lo puedo comer. Podría coger el siguiente bote con los ojos cerrados para no ver la tapa del envase, pero como está al lado de la comida para gatos y no quisiera pelearme con el mío, mejor me pillo unos macarrones y voy listo.

Ahora, que lo que más inquietante me resulta es lo que pone en los yogures Danone. “Con leche fresca de nuestros ganaderos”. Personalmente me gustaba más la leche fresca de la ganadería pero yo…ejem…esto me va a resultar muy violento explicarlo…no dudo que la leche de ganadero sea fresca y sabrosa, pero es que soy un poco antiguo para eso y prefiero los yogures de toda la vida. Entiendo que con la crisis han tenido que vender las vacas y los yogures se tienen que seguir vendiendo pero…me los estoy imaginando a todos enganchados a las ordeñadoras y me dan unas ganas locas de pasarme a los yogures de soja.

¿Qué tengo la mente sucia? Puede, pero estoy demasiado acostumbrado a ver anuncios por televisión que juegan con el doble sentido, como para creer en la ingenuidad de los publicistas.

O eso, o que contratan a cualquiera.

 

Autor: Miguel Soria