A ver esas manos

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No sé vosotros, pero en ocasiones me he encontrado con libros del tipo ¿Sabías que…? Con curiosidades de la ciencia, del reino animal, de las matemáticas…durante un tiempo la revista Muy Interesante regalaba junto a los números mensuales unos pequeños coleccionables con ese tipo de información. Puntualmente los iba comprando y hasta ahora los  tengo guardados porque resultaban muy entretenidos. No va a cambiar mi vida saber ciertas cosas, pero como chascarrillos en reuniones familiares resultaban ideales.

Pues para eso mismo debe servir el video que ha mostrado el astronauta canadiense Chris Hadfield, que muestra cómo se lavan las manos en el espacio. Está bien saberlo porque oye, ¡nunca se sabe si un día voy hacerme astronauta y me salto la clase de cómo me tengo que lavar las manos allí arriba! Aunque la verdad, la duda que me está corroyendo por dentro es como hacen aguas mayores y aguas menores, pipí y popó o si lo prefieren porque no me entienden: mear y cagar. En alguna parte leí que se deben sentar en una taza espacial especial y mediante algún tipo de succión, absorben  esos residuos indeseables.

Algo tan cotidiano como eso, podría representar un problema si los señores de la NASA no estuvieran en todo, cosa muy distinta a lo que tiene que ser realizar un viaje privado para experimentar la ingravidez en los futuros aviones para turistas espaciales ¿tendrán unos servicios de estas características? Lo pregunto porque la ingravidez durará solo unos minutos y a lo mejor el alto coste de esta instalación no le sale a cuenta a Virgin Galactic ¿Quién no te dice que en esos momentos te viene un apretón intestinal? Supongo que llevaran un mono o una prenda integral, ya que pagar 150.000 euros por un vuelo para acabar rebozado y con…cosas flotando a tu alrededor debe de ser muy desagradable. Mi sensibilidad no me permite ser más explícito, pero creo que todo el mundo ha captado el concepto ¿verdad?

Salvando esta parte, realizar un vuelo en estado de ingravidez debe de ser una pasada, pero claro el desembolso es importante y no todo el mundo se puede permitir pagar tan cantidad de dinero. Esto es solo un rumor, pero parece ser que hay otras compañías interesadas en este proyecto, y pudiera ser que Ryanair ofreciera un vuelo de ingravidez low cost. Mira, que me digan que el vuelo sólo costará 20 euros más tasas y cueste luego diez veces más pase, que sólo pueda llevar 10 kg como equipaje de mano también, pero que me tire todo el vuelo –ingravidez incluida– con una azafata intentando venderme perfumes, joyas y relojes ¡va a ser que no! En cuanto a los lavabos anti-ingravidez de Ryanair en caso de que los tuviera preferiría no hacer uso de ellos, porque probablemente su idea de succionar deposiciones se basaría en colocar un aspirador doméstico y un enchufe. Y dada la potencia de estos aparatos, si me lo coloco “ahí” me acabaría aspirando hasta las encías.

Mi madre siempre me decía  que de casa hay que salir cagado y meado, porque uno nunca sabe a qué hora va a volver a pisar el baño. Aunque por aquel entonces tenía bastantes años menos ya me inculcaban los hábitos de higiene que aún mantengo. No quería que me pasara como aquel amigo del colegio que se quejaba todos los días de que le habían robado las gafas, hasta que le aparecieron el día que se lavó la cara. Yo soy de los que antes de entrar en un baño sea público o privado me lavo las manos antes y después de orinar. Que no se lave las manos alguien antes de tocársela lo entiendo, pero que no lo hagan después… afortunadamente la mayoría lo hace, pero basta con acercarse a un centro comercial para comprobar la cantidad de gente que se le “olvida”. Lo peor es que eso es algo que no se detecta, al contrario de aquellos que no se han lavado los dientes que tienen el trozo de perejil pegado al diente. Pensar lo que queráis, pero dar la mano a un desconocido sin saber qué asunto tenía antes entre manos se me hace difícil.

Siempre se le puede preguntar primero si se ha lavado las manos después de mear, pero aparte de ser una descortesía se puede ofender. Para no quedar mal, se le puede dar una palmadita suave en el hombro mientras le dices con una sonrisa ¿Qué tal?

Ya. Muy bien no queda, pero ante la duda…

 

Autor: Miguel Soria López

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