Por segundo año el festival Fringe nos asombra con un abanico de artes escénicas y música alternativa. Entre sus opciones, destaca “Erótika”, una obra de danza-teatro, dirigida por Aurora Montero.
Esta obra, presentada por la compañía independiente ändradanza, nos muestra todas las facetas del amor: ese amor de la niñez, sano, sin malicia, que al recordarlo hoy nos roba más de una sonrisa; el amor de la juventud, loco, sin sentido, cargado de hormonas; el amor maduro, cuando ya sabemos lo que queremos o creemos que lo sabemos; y el vacío de amor, que nos hace buscarlo y a veces conformarnos con algo parecido.
Mientras los espectadores ocupábamos nuestros asientos, el silencio y la iluminación tenue y cálida inspiraban tranquilidad. Sorprendía la sencillez del escenario, vacío de decoración, evitando así distracciones y atrayendo la atención sobre lo más importante, los personajes y la historia.
El espacio era reducido y los intérpretes-bailarines se encontraban a pie de público, a apenas metro y medio de la gente observando expectante. Los rostros de los actores se mostraban serenos, pero podías notar esa respiración nerviosa propia de la emoción y el deseo de que salga perfecto.
Es difícil abarcarlo todo cuando la escena transcurre tan cerca. No quieres perder ningún detalle, y tus ojos tienen que recorrer el escenario para apreciar cada pormenor . Pero la ventaja es que puedes distinguir los gestos de los actores, que en este caso, son de alabar, porque describían totalmente cada sentimiento. Es emocionante el instante en que se cruzan la mirada del espectador y el actor, porque te sientes totalmente dentro, como si formaras parte de ese momento.
Puedes observar de cerca la variedad en la vestimenta, desde sexys corsés a románticos vestidos y casi sentir el calor del juego de luces. Una iluminación apropiada también puede transmitir sensaciones, al igual que la música. En esta obra se disfruta de diversos estilos musicales, desde algo tan clásico y hermoso como un tango, y llegado a este punto he de elogiar a los bailarines, que convirtieron esos minutos en dignos de recuerdo con sus movimientos tan elegantes y apasionados, hasta estilos más actuales que se acoplaban plenamente con cada situación. El texto, escrito por Isabel Montero, era profundo e inteligente.
Es posible perder parte del significado cuando lo escuchamos, porque no hay tiempo de analizar cada frase, pero el programa de mano nos brinda la oportunidad de poder hacerlo después de la obra. Contiene el total del texto, y de vuelta a casa uno se puede deleitar con su delicada prosa cargada de emociones y adentrarse en el significado más intenso de cada palabra.
“Erótika” comienza haciéndote reír, y después te regala momentos acorde con el nombre de la obra, llenos de sensualidad y erotismo, llegando al sexo implícito pero de una forma sutil y hermosa, completamente opuesta a la vulgaridad. Juega con el colorido de luces y telas que envuelven a una de las bailarinas como un fuego frío. También ofrece situaciones románticas, y te sorprende mudando el momento más sensual por el más dramático. Fue una escena que mereció el aplauso espontáneo del público. Todos comprendimos las lágrimas de la actriz y las compartimos.
No os desvelaré nada, mejor dejo que lo descubráis. La compañía se tomará un merecido descanso en agosto, pero prometen volver, así que aconsejo que viváis la experiencia. Acudid con la mente abierta, desahuciada de prejuicios, y encontraréis una obra que combina el sentimiento de la palabra y la estética y emoción de la danza moderna.
Un aplauso a los intérpretes-bailarines, Alberto López, Aurora Montero, David Blanka, Marta Wörner y Noelia Llorente, y a todos los que hicieron posible que “Erótika” llegase a nuestros corazones, y que seguro seguirán haciéndolo.
Crítica: Paqui Guzmán
Fotografía: Blog Erótika
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