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Título: Nymphomaniac
Director: Lars von Trier
Guión: Lars von Trier
Reparto: Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgård, Shia LaBeouf, Willem Dafoe, Jamie Bell, Connie Nielsen, Christian Slater, Jesper Christensen, Uma Thurman, Jean-Marc Barr, Caroline Goodall, Charlotte Rampling, Kate Ashfield, Saskia Reeves, Stacy Martin, Jens Albinus, Nicolas Bro, Sophie Kennedy Clark, Mia Goth, Omar Shargawi, Severin von Hoensbroech, Willen Dafoe, Connie Nielsen
Duración: Vol. 1: 117 minutos / Vol. 2: 124 minutos
Año: 2013
País: Dinamarca/Alemania/Francia/Bélgica
Fotografía: Manuel Alberto Claro
Género: Drama erótico
Productora: Zentropa Entertainments
Distribuidora: Golem Distribución
Se hace difícil hablar de la última película de Lars Von Trier por separado, sobre todo, porque al acabar el visionado de “Volumen 2” la obra se comprende como un todo y no como una primera parte más su secuela. Demasiado episódicas en cada uno de sus volúmenes como para diferenciarlas por trama. Estamos ante el mismo caso que “Kill Bill Vol. 1 y Vol. 2” (Quentin Tarantino, 2003/2004), no en cuanto a propuesta temática evidentemente, sino en cuanto a propuesta comercial de la productora y distribuidora. Está claro que en la era YouTube una película de cuatro horas no es comercial, ¿cuál es la solución? Dividirla en dos partes y listos, por muy en contra que esté el director. Puede que muchos lo prefieran así pero se nota demasiado que no fue creada para visionarla en dos partes, supuestamente, diferenciadas.
Aunque si algo puede distinguirlas es que la primera tiene un tono más divertido, sobre todo en su inicio y gracias a la ayuda del uso de opuestos tan chocantes como la música de “Rammstein” contra la del compositor Johann Sebastian Bach. Digamos que el “Volumen 1” se hace más ligero y llevadero. “Volumen 2” tiene un tono más dramático y cuesta más de digerir pero siendo obvio que ese es el crescendo que quería conseguir el director puesto que en la primera parte, esos elementos de tono más indigesto, empiezan a dar señales de vida a medida que se acerca el final.
Por otro lado, estas dos versiones de “Nymphomaniac” son una reducción de metraje montado por la productora con el permiso del director o, al menos, eso es lo que dice una sobreimpresión antes de su inicio. Sin embargo, al acabar el visionado completo también nos damos cuenta de que esa no es la obra que Lars Von Trier quería crear.
Mis disculpas si a alguien se ofende por lo que voy a decir pero con todo el ruido que ha hecho la película por su, supuesto, alto contenido sexual antes de que se estrenase pues que quieren que les diga, a mí no me ha parecido que hayan tantos elementos como para considerarla pornográfica. A lo sumo erótica y ni eso porque el sexo que se muestra casi nunca es bonito y falso, intenta ser lo más realista posible. Seguramente la versión definitiva (si la hay y podemos verla algún día) tendrá muchísimo más sexo explícito y que, en mi opinión, debería estar porque el señor Von Trier está explicando una historia que necesita de ese contenido, no podemos entender al personaje principal sin verlo en ese contexto. Por lo tanto, el sexo en este filme es totalmente justificado.
Con una bellísima factura, la vida de la ninfómana en cuestión se va desvelando ante nuestros ojos. Lars Von Trier utiliza, más o menos evidente pero de forma magistral, las comparaciones, asociaciones y metáforas para comprender o despreciar la vida de la protagonista. El director danés habla del sexo y del amor dotándolos de diferentes puntos de vista, ni buenos ni malos, simplemente distintos. Cada cual que escoja el que prefiera y, con mucho acierto, ni alecciona ni moraliza al respecto.
Un completísimo reparto de actores con interpretaciones brillantes son la guinda para una obra muy completa que en el fondo lo que nos está contando es la búsqueda sobre uno mismo.
Por mucho que algunos insistan en desmerecer y criticar negativamente a Lars Von Trier, una vez más y a pesar de distintos montajes, reducción de metraje, censura y división de partes, queda demostrado que estamos ante uno de los mejores directores del mundo.
Crítica: Antonio Garrido
