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Título: Nebraska
Director: Alexander Payne
Guión: Bob Nelson, Phil Johnston
Reparto: Bruce Dern, Will Forte, Stacy Keach, Bob Odenkirk, June Squibb, Missy Doty, Kevin Kunkel, Angela McEwan, Melinda Simonsen
Duración: 115 minutos
Año: 2013
País: EE.UU.
Música: Mark Orton
Fotografía: Phedon Papamichael (B/N)
Genero: Comedia dramática. Road Movie
Productora: Bona Fide Productions
Distribuidora: Vértigo Films
Alexander Payne se ha convertido a lo tonto en una apuesta segura en los Oscars. Con 2 Oscars de 7 nominaciones a su nombre y nominaciones a los actores protagonistas de sus cuatro últimas películas, está claro que no hablamos de un mindundi, por mucho que “Nebraska”, su última película, esté hecha por cuatro duros.
Woody Grant (Bruce Dern) es un octogenario alcoholizado que cree haber ganado la lotería en una de esas promociones para venderte revistas. Empeñado en ir a recoger el supuesto millón de dólares del premio, no para de escaparse de casa para ir andando dos estados hasta el lugar donde se supone que tienen que darle el dinero. Su hijo David (Will Forte), viendo que su situación actual no puede ser peor, decide darle el capricho a su padre y va a llevarle hasta Lincoln, la capital de Nebraska y recogerlo, pero en mitad de la noche Woody se escapa y de la cogorza que lleva, se abre una brecha en la cabeza. Por recomendación del médico y siguiendo el consejo de su madre Kate (June Squibb), David lleva a Woody a su pueblo natal, donde se encontrará con su familia y con viejos compañeros como Ed Pegram (Stacy Keach). Los problemas comienzan cuando todos los conocidos de Woody quieren sacar partido del premio.
Cuando vi “Nebraska” no pude quitarme de la cabeza el film de Peter Bogdanovich “La última película” (1971). En él vemos cómo un pueblo del Medio Oeste americano se desmorona a comienzo de la década de los 50, cuando por culpa de la llegada de la televisión, la explotación de los pozos petrolíferos y la guerra de Corea la juventud va huyendo del lugar. Todo ello está narrado en medio de calles desérticas y en blanco y negro como en los viejos western, como “Rio Rojo”, la última película que da nombre al film.
En “Nebraska” Woody Grant podría ser perfectamente un envejecido Duane Jackson, el personaje interpretado por Jeff Bridges en aquella película; Duane era un joven que bebía demasiado y por un amor decide primero irse del pueblo y luego alistarse en el ejército. Cuando Woody regresa a su pueblo nos cuentan esa misma historia y también que a su vuelta de Corea ya no sería el mismo.
Ahora, 60 años después es un viejo que se siente inútil, con una esposa a la que no soporta y con unos hijos con los que no habla. Lo único a lo que se ha dedicado es a trabajar y beber mientras la vida pasaba. Ahora, con este premio, pretende cambiar muchas cosas. Por culpa de la brecha en la cabeza Woody ha de volver a aquel pueblo que se desmoronaba y que se ha quedado en ese estado precario por más de medio siglo.
Esta referencia al film del 71 no es casual, ya que el propio Alexander Payne ha reconocido la influencia que la película de Bogdanovich tuvo a la hora sacar adelante este proyecto. Usa el mismo tono en la fotografía, ha contratado actores que hicieron grandes películas a finales de los 60 y principios de los 70 como son Bruce Dern y Stacy Keach e incluso coloca el cartel que usaba la Paramount en los 60. Está claro que aquel pequeño clásico americano está muy presente en cada fotograma de “Nebraska”, pero hay diferencias; mientras en la película protagonizada por Jeff Bridges un aliento de fatalidad vuela sobre todo el fresco de la hastiada juventud que compone la población de Texasville, el director de “Entre copas” (2004) no puede evitar que la comedia sobrevuele todo el metraje.
La clave de la comedia es sostener algo dramático hasta que se convierta en algo ridículo, lo mismo que el drama es sostener la comedia hasta el momento en que deja de ser gracioso para ser patético.
Alexander Payne lleva del drama a la comedia y de ahí al patetismo en muchas ocasiones y lo hace brillantemente en todas sus películas. Aunque Payne no es el guionista entra dentro de su terreno, donde el intenso drama se da la mano con las situaciones más absurdas. Como director la mirada de Payne es siempre la del observador constante, sin impostar planos que dejen al espectador patitieso. Es más, simplifica todo muchísimo. Nunca será un director de una película de Marvel, por ejemplo, pero ni falta que le hace, ya que se ha hecho un hueco en el panorama independiente. Ahora, ¿ganará alguna vez un Oscar a mejor director o película? pues difícilmente, porque aunque maneje los resortes del guión y como director tenga unos fans fieles, ninguna de sus películas pone lo suficientemente cachondo al espectador medio, por no hablar de los académicos, para perder el culo por ir a verla. Vamos, que es correcto y no emociona.
En cuanto al guión, aunque sabe sacar todo de los personajes, y cuando digo todo es absolutamente todo y en eso es maravilloso, descuida los elementos del mismo, ya que siempre la anécdota que lleva el hilo de sus películas es mínima y hasta absurda en algún momento. Que tampoco es capaz de redondear guiones, vamos, aunque sus dos Oscars están más que merecidos. Ya quisieran muchos “no redondear guiones” con la maestría que él lo hace.
En lo que sí que es un maestro es en la dirección de actores. Como he dicho antes, los protagonistas de sus cuatro últimas películas han estado nominados a los Oscars. Bruce Dern está espectacular como Woody y Juno Squibb como su esposa también lo borda. Incluso el habitualmente cargante Will Forte brinda una brillantísima interpretación. Simplemente por ver sus interpretaciones ya merece la pena ver la película.
Voy a poner nota. En cuanto a la dirección tenemos un notable. En el guión otro. En la interpretación tenemos sobresaliente. ¿Qué hay puntos absurdos y el final moralista no se corresponda con el resto de la película? Me da igual. El tono está logrado, los personajes están perfectamente delimitados y los actores excepcionales. La nota justa a la obra de Payne es un merecido 8.
Crítica: Juan Pablo Pérez Padial
