El terror de la crítica: «El precio del poder» de Brian de Palma

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Título: Scarface. Director: Brian de Palma. Guión: Oliver Stone. Duración: 163 minutos. Año: 1983. País: EE.UU. Género: Drama, Mafia, Película de culto. Reparto: Al Pacino, Steven Bauer, Michelle Pfeiffer, Mary Elizabeth Mastrantonio, Robert Loggia, Miriam Colon, F. Murray Abraham, Paul Shenar, Harris Yulin, Dennis Holahan, Mark Margolis. Productora: Universal Pictures. NOTA PANDORA: 8/10. No recomendada para menores de 18 años.

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Hablar de “El precio del poder” o “Scarface” como todo el mundo conoce a la película que sigue la vida delictiva de Tony Montana, es un follón de mucho cuidado, porque hablamos de un remake de un clásico del año 32, protagonizado por Al Pacino, escrito por Oliver Stone y dirigido por mi idolatrado Brian De Palma, pero a la hora de analizarla la gente se divide entre la que le parece un horror sanguinolento y los que la consideran una auténtica pieza de culto. Yo tengo muy claro en qué bando me encuentro.

Sinopsis

En 1980 gracias a una estrategia de Fidel Castro para eliminar la peligrosidad de Cuba, cientos de delincuentes emigran a los EE.UU., uno de ellos es un violento cubano con una enorme cicatriz que le surca el rostro: Tony “caracortada” Montana (Al Pacino). Montana va acompañado de Manny Ribera (Steven Bauer), quien está secretamente enamorado de Gina (Mary Elizabeth Mastrantonio), la hermana de Tony. Los dos comienzan una carrera criminal dentro del mundo del narcotráfico desde lo más bajo hasta la cima, incluso consiguiendo que Elvira (Michelle Pfeiffer), la mujer del jefe, se case con Tony. Pero Montana se ha ganado muchos enemigos y son muchos los frentes que debe cubrir si quiere mantenerse en la cima.

El origen del proyecto

scarface-1932Como ya he dicho “El precio del poder” es un remake de un clásico del año 32, “Scarface, el terror del hampa”. Esta película estaba dirigida por uno de los grandes directores de la historia, Howard Hawks, y fue la película que les dio la fama a Paul Muni y a George Raft, dos grandes estrellas del género negro de los 30 y 40. Cuando se planteó hace un remake la prensa especializada puso el grito en el cielo, porque estaban “mancillando” un clásico indiscutible. Ocurrió lo mismo casi una década antes cuando Billy Wilder –con 7 Oscars, 2 de ellos a mejor director– intentó hacer otro remake de otra película de Howard Hawks, “Luna nueva” (1940). El caso es que el director de “El apartamento” (1960), rodó “Primera Plana” (1974), una obra igual de genial que la del año 1940. Pues no contentos con haberse tenido que morder la lengua hasta hacerla sangrar, los analistas cinematográficos pusieron de nuevo el grito en el cielo cuando se anunció el remake de la película de mafiosos. Lo bueno es que iba a estar protagonizada por la estrella indiscutible de los años 70, Al Pacino. La nota de pánico venía porque el director asignado era Brian De Palma, director de películas de terror como “Hermanas” (1973), “Carrie” (1976) o “Vestida para matar” (1980), quien a priori no parecía el director más indicado.

La idea del remake surgió como vehículo de lucimiento de Al Pacino, quien en 7 años había logrado 5 candidaturas al Oscar por “El padrino” (1972), “El padrino. Parte II” (1974), “Justicia para todos” (1979), “Serpico” (1973) y “Tarde de perros” (1975). Estas dos últimas las había hecho con el equipo formado con el director Sidney Lumet y el productor Martin Bregman. Tras las pobres acogidas de “A la caza” (1980) y “Autor, autor” (1982), Pacino quiso volver a contar con el equipo ganador. Se escogió hacer el remake de la película de Howard Hawks pero Lumet se vio incapaz de sacarlo adelante, pero no vio cómo traer la historia de la mafia italiana de los 20 inspirada en Al Capone –al que también se le conocía como Cara cortada– a los años 80. Fue un joven Oliver Stone quien propuso el mundo del narcotráfico y cubanos en lugar de italianos. Se tanteó la posibilidad de que Stone la dirigiera, pero el fracaso de su primera película “La mano” (1980), hizo que quedara descartado. El elegido fue el neoyorkino Brian De Palma, quien empezó haciendo cine underground y había acabado afianzándose como una de las grandes promesas de Hollywood gracias al éxito de “Carrie” y “Vestida para matar”. Su estilo grandilocuente, feroz y sanguinolento parecía encajar con lo que quería encajar la película.

El lado oscuro del sueño americano

La historia de Al Capone es la personificación del sueño americano. Nació en un barrio pobre y llegó a ser el pez más gordo entre los peces gordos. Eso sí, lo hizo durante la época de la ley seca, con el contrabando del alcohol y juego. Scarface/caracortada es violento, machista, cocainómano y tiene unas ansias de poder descomunales Su viaje hasta lo más alto para tener el mundo a sus pies es lo que nos proponen Oliver Stone y Brian de Palma, pero eso y los principales personajes es lo único que queda del film del 32.

2La idea de actualizar su historia pasaba por hacerle traficante, con todo lo que eso conlleva y esa baza está jugada con maestría. Para su historia lo importante era enmarcarlo en una época y lugar determinado. El Miami de los 80 fue una auténtica zona de guerra dominada por los señores de la droga que llamó la atención tanto en la archiconocida serie “Corrupción en Miami” (1984-89) como en el cine con el presente film, con lo cual la sustitución del violento Chicago de los 20 parecía una elección adecuada. Los primeros minutos de “El precio del poder” se pueden enmarcar dentro del género documental, con imágenes de archivo explicando clara y concisamente qué es lo que estaba viviendo la ciudad de Florida. El guión de Oliver Stone nos pone en el tablero de juego dejando claro de dónde viene. Lo siguiente en contarnos es lo peligroso que es este mundo y este tipo en particular. Stone comienza con un asesinato político ejecutado por Tony Montana, sin escrúpulo alguno. Lo siguiente es la escena del Motel, una escena considerada la más violenta de las películas comerciales hasta el momento. Desde ese punto y hasta que lleguemos al final la violencia desciende en su tono, aunque sigue presente y es que ya sabemos de lo que son capaces estos tipos. Ahora es el momento de desarrollar los personajes.

Una de las grandes cosas de este guión es que es como una partida de póker, en el que si te pillan “el cante” o punto débil del jugador, has perdido la partida. Tony Montana es el que tiene los huevos más grandes, por eso va creciendo cada vez más, pero todo el mundo tiene su punto débil y hasta Montana tiene normas morales, por mucho que durante toda el metraje nos haya hecho creer que no es así. Ya nos lo dice desde casi el principio, el que es débil, está muerto. En contra de lo que pudiera parecer, no son sus excesos con coca sus debilidades que le lleven a la perdición, sino la familia en todos sus estadios. Ese tigre que él pretende ser, se despista en cuanto Gina o Elvira se presentan frente a él, pero si con Elvira podía salir a flote, con Gina lo pierde todo.

KobalEvidentemente una película de gran estudio y gran presupuesto no puede glorificar a un villano del tipo de Tony Montana y su final es consecuente en plan “cárnico” con todo lo que se nos ha presentado en las más de dos horas y media anteriores. Y aunque su operístico final pudiera parecer trágico, su personalidad, el guión es tan elaborado que al final incluso llegamos a empatizar con ese pedazo de hijo de puta cabrón.

Una cosa que llama poderosamente la atención es la libertad que se tomó Stone y lo sorprendente de no coartar esa libertad a la hora de escribir por parte de Universal Pictures, porque no se cortó ni un cacho en cuanto a violencia, tacos y conversaciones que para la trama no son fundamentales, pero que sí ayudan a definir el personaje. Esto lo digo por aquella conversación de “Esta ciudad es como un gran coño esperando ser follado”… y que continúa con un breve enfrentamiento lingüístico –de forma literal– entre Tony Montana y Manny Ribera, que aunque no aporta nada a la trama, nos los ha desarrollado tridimensionalmente, a pesar de que la intención de Pacino era otra. Si estudiamos este diálogo escrito por Stone como distensión de toda la violencia del film, nos recordará un poco a la conversación entre Vincent Vega y Jules en “Pulp fiction” (1994) y es que Tarantino es un fan declarado de Brian De Palma, así que se puede decir que de alguna manera “El precio del poder” es responsable del cine de género que vivimos hoy, fuertemente influenciado por la visión de Tarantino.

El aprendiz del gordo del suspense

La crítica suele despachar a Brian De Palma con cuatro palabras de desprecio y suelen terminar señalando lo artificioso de su cine como si esto fuera algo negativo. Mucha gente considera que esto resta frescura a la interpretación, algo que también sufrió Alfred Hitchcock y por lo que nunca se le reconoció.

Scarface-Al-Pacino-Tony-Montana-opens-fire-climaxEn el caso de “El precio del poder” la cosa no fue diferente, puesto que llegó a ser nominado al Razzie o antioscar.

Brian De Plasma –como se le conocía en la época, dada su afición a mostrar litros de sangre en pantalla– es un alumno aventajado de Hitch, puesto que usa la cámara de manera muy artificiosa y escogiendo en cada momento qué es lo que quiere transmitir. Curiosamente en “El precio del poder”, y a pesar de las críticas de excesivo, está muy controlado. Quizá la muerte de Revenga de forma cenital y el plano de Manny tonteando con una chica mientras está ocurriendo la matanza del Motel, pueden ser, junto con el plano final, los rasgos autorales más claros de su trabajo en el film, pero esto no quiere decir que haya descuidado su trabajo, simplemente prefiere desdibujar su estilo en favor de un guión magníficamente desarrollado. De Palma es un director que tiene todo estudiado hasta el paroxismo a la hora de rodar y se nota, ya que no hay nada dejado al azar y su habitual forma de rodar podría haber desviado la atención, pero no renuncia a hacer una planificación medida y estudiada, ya que todo plano tiene un significado, tiene un por qué y tiene su lógica. De esta manera la presentación de Tony Montana, en contra de lo habitual, es un plano medio circular, siendo tapado por los agentes que le interrogan. ¿Por qué no hacerlo con una grúa, zoom o como quiera que se hace habitualmente?, pues porque era necesario ver esa cicatriz que marca su cara y que da título al film, pero también demostrando que él sólo se puede enfrentar a todos y lo hace de forma sibilina. Esta primera secuencia resume a la perfección toda la película, todo lo que vamos a ver posteriormente.

KobalTambién destacable es la primera aparición de Michelle Pfeiffer, a la que Montana observa bajando en un ascensor transparente, de espaldas, creando la tensión por ver su rostro, puesto que su figura es de quitar el hipo, pero cuando la vemos de frente, vemos además que su belleza es inigualable. Comprendemos por qué Montana se ha quedado colgado de Elvira. El director de “Mission: Impossible” (1995) sigue aquí la máxima del director de “Psicosis” (1960) y rueda una escena de amor como si fuera de suspense y el suspense como si fuera de amor.

Se hace difícil pensar a día de hoy que en su momento el director fuera tachado de mediocre, pero es que su voluntad de distanciarse de la elegante violencia de “El padrino” para mostrar la brutalidad real que se vive en las calles fue tomada más como un ejercicio de sensacionalismo que de voluntad de veracidad.

Antes comentaba que Tarantino se inspiró en pasajes del guión para escribir algunos de sus diálogos más brillantes, pues ahora señalo que los últimos 20 minutos de “El precio del poder” son claramente homenajeados/plagiados en el final de “Malditos bastardos” (2009).

Al Pacino, mafioso de nuevo

Como dije al principio, “El precio del poder” estaba diseñado para levantar la carrera de Al Pacino, por lo que evidentemente se planteó su retorno a la mafia que le había situado como la máxima estrella de los 70. Esta sería la tercera de las siete ocasiones en que Pacino se metería en la piel de un elemento del crimen organizado, pero en esta ocasión abordando un personaje diametralmente opuesto al comedido Michel Corleone, aunque igualmente inteligente.

Scarface-Al-Pacino-Tony-Montana-Steven-BauerMontana es un ser mucho más visceral que el jefe de la familia Corleone, dice lo que piensa en todo momento, y actúa en consecuencia en el momento. Su interpretación por lo tanto es totalmente diferente. Porque sabemos que se trata de Al Pacino, pero realmente su gestualidad, posición corporal, dicción e incluso la expresión de su rostro, con una perpetua mueca de asco, en nada recuerdan a sus interpretaciones en la saga dirigida por Coppola. Su Tony Montana es histriónico, porque así es la imagen que se tiene del latino en EE.UU., pero es que además él es desfasado de por sí. Quizá más de uno eche en falta la contención padrinífera, pero es que la intención de Pacino era hacer un personaje bidimensional, alejado de la tortura interior que marcaba sus grandes interpretaciones. Para Tony Montana o todo es blanco o todo es negro, no hay nada intermedio. O conmigo o sin mí y punto. De esta manera Pacino sabe qué es lo que tiene entre manos y lo eleva, porque realmente sentimos que ese ser es un tío peligroso.

Con un personaje e interpretación tan pasada de rosca los actores secundarios podrían ser puntos débiles en el film, pero es que aunque casi todos eran desconocidos cuando fueron contratados, saben mantener el tipo frente a Pacino. El que luego sería el marido de Melanie Griffith, Steven Bauer, es quien más destaca porque, pese a su nula experiencia, mantiene un mano a mano con Pacino con quien aparece en el 90% de su trabajo. Sabe estar brillante aun a pesar de la arrolladora composición del intérprete de “Heat” (1995) y de hecho recordamos a esa quijotesca pareja perfectamente definida, sin que el Manny Ribera de Bauer esté en inferioridad.

5Por otro lado tenemos a una fría y distante Michelle Pfeiffer. La actriz no está orgullosa de este trabajo, pero sin embargo es el contrapunto exacto para tanto exceso latino. La Pfeiffer se limita a ser una belleza un tanto desagradable. No sé si es por el rechazo inicial de Pacino y De Palma hacia la elección de la actriz, quien fue escogida a dedo por el productor, pero esa cara de asco que manifiesta a Pacino en todo momento, boda incluida, encaja con su composición como mujer florero adicta al poder y lo que conlleva. Su momento maravilloso se resume con un plano en el que tras esnifar coca, se bebe una copa y da una calada a un cigarro. Mejor definición para esa de su personaje, no hay. Sé que no va a pasar a competir con Meryl Streep por este trabajo, pero está mejor de lo que ella misma se piensa. Incluso mejor que en películas que ha hecho recientemente como el bodrio “Malavita” (2013).

No voy a continuar alabando las interpretaciones porque en algún momento tendré que terminar el artículo, pero tanto Mary Elizabeth Mastrantonio, como Robert Loggia, como F. Murray Abraham y Paul Shenar brillan en cada aparición dotando de alma a sus interpretaciones.

Un desastre idolatrado

El 12 de Marzo hizo treinta años del estreno en España de la película. Recuerdo leer las críticas de su primer pase televisivo y eran más que tibias, lo que no comprendí en su momento porque realmente la disfruté, aun sin saber mucho de cine por aquella época. Pero es que en aquella época ya empezaba a cambiar la percepción del film, porque en su momento fue denostadísima por todo el mundo. Pocos fueron los que supieron ver dentro del mundillo su calidad intrínseca y sin embargo todo el mundo se centró en su violencia –hoy día en cualquier serie de televisión podemos ver cosas más salvajes– y su supuesto mensaje xenófobo, por el cual multitud de asociaciones pro-derechos humanos se quejaron.

El follaje no permitió ver el bosque, porque tres décadas después está considerada una de las grandes películas sobre el hampa jamás hecha.

El hecho de que la gente de los guetos y barrios más violentos tomaran como ejemplo sus actos, frases y hasta la música –la rompedora para entonces BSO electrónica de Giorgio Moroder cambió mucho la forma de ver la música– no ayudó a que la gente “seria” quisiera ver la película. Aunque no perdió dinero, no fue el exitazo que se esperaban cuando se proyecto hacerla.

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La película costó 25 millones de dólares –63 a día de hoy– y recaudó 65 en todo el mundo –163 si hubiera sido estrenada en 2014– lo que deja un estrecho margen de beneficios y que dio una sensación de fracaso que, conjuntamente con la demoledora percepción crítica, era a todas luces injusta. Pero su influencia cultural es evidente aún tres décadas después, con el mundo del Hip-Hop idolatrando el film, y con grandes valedores como son el mencionado Quentin Tarantino, Steven Spielberg o Martin Scorsese, a día de hoy la película puede ser valorada justamente.

Se le suele criticar la desmesurada violencia de su final, o lo excesivo de los decorados, pero es que entran de lleno en lo que pide el guión y el personaje en sí. Son decisiones totalmente consecuentes con lo que hemos visto durante todo el metraje. Si yo tuviera que ponerle peros serían la escasa entidad de la madre de Tony Montana, que es poco más que un figurante con frase, la excesiva bidimensionalidad del personaje y el –un tanto– excesivo metraje.

Mi nota para esta magna obra es un 8. Y recomiendo la vuelta al mundo mafioso hispano de Al Pacino/Brian De Palma/Martin Bergman que es “Atrapado por su pasado” (1993), complemento perfecto a este “Scarface/El precio del poder”.

Redacción: Juan Pablo Pérez Padial

Sobre Maria José Díaz-Maroto García

Cinéfila empedernida buscando la serie perfecta. Combino mi pasión por el cine con las series y los libros. Redactora Jefe de Cine de esta gran comunidad que es Pandora Magazine y propietaria de un pequeño blog donde extiendo mi pasión por el cine, la literatura, las series y etcétera: 'Delirios, Literatura, Cómics y Películas'.