El pasado jueves 14 de febrero, el atleta paralímpico Oscar Pistorius, de 26 años, disparó a su novia Reeva Steemkamp, de 30 años; acabando con su vida. 
No se saben todavía las razones que llevaron a tal macabro desenlace, pero corren por los medios diversos rumores acerca del deportista, que van desde que sufre paranoia y agresividad debido a un posible dopaje o que, obsesionado con la seguridad, vivía rodeado de armas: se dice que dormía con una pistola bajo la almohada, una metralleta en la ventana y un bate tras la puerta.
Lo cierto es que Pistorius, vivía en uno de los complejos residenciales más seguros de Sudáfrica junto a su novia desde el pasado noviembre, Reeva.
La noche de autos el sudafricano llamó a su mejor amigo Justin Divaris (según cuenta este último) y muy alterado le confesó haber disparado a su novia, llegando a admitir “Mi chica… he matado a mi chica… que dios me lleve”.
Cuando Divaris llegó a casa de Pistorius la policía ya había acordonado la zona y mantenían detenido al deportista en el garaje. Cuando pudo hablar con él de nuevo lo encontró en estado de shock repitiendo lo mismo que le había dicho por teléfono, una y otra vez.
Según fuentes policiales, se encontró, además, un bate de criquet ensangrentado y se dice que Pistorius intentó reanimar sin éxito a su novia.
La investigación está en curso y no van a ser pocos los rumores y posibles hipótesis que salgan a la luz hasta que se resuelva el caso. 
Pistorius posee las marcas mundiales en las pruebas de 100, 200 y 400 metros lisos para atletas que han sufrido una doble amputación (a los once meses de edad, le amputaron las piernas, por no tener peroné). 
Esta vez parece que la carrera ha terminado para el sudafricano, pues se enfrenta a cadena perpetua por un cargo de asesinato y sigue en el calabozo a la espera de la vista judicial (que tendrá lugar esta semana) para la solicitud de fianza.
Redacción: Lydia Alfaro.
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