Ismael Velázquez Suárez, es poeta y artista visual, nació en Iztapalapa, delegación del Distrito Federal mexicano, uno de sus libros más conocidos tiene un título imposible y atractivo: “Lugares y no lugares para caer muerto en Richard Brautigan”, cuenta el autor en una entrevista concedida a Diario de Querétaro en 2012, que se trataba de “(…) un ensayo de acercamiento lúdico, directo y sin clichés intelectuales o emocionales a este asunto de la muerte, ese pasajero de junto con el que tenemos qué arrear para acá y para allá, querámoslo o no (…)”. La muerte a partir del suicidio de Brautigan, una excusa dice Velázquez, para abordar la muerte, para contarla a través de sus versos.
La lectura de este poemario nos lleva a otro libro de muertos, la que ya es considerada una obra maestra de Edgar Lee Master: su Antología de Spoon River, tal vez por la similitud en lo lúdico y lo lúcido, dos maneras de afrontar la poesía para despojarla de lirismo pero no desprenderse de él y retomarlo a golpe de la musicalidad que envuelve los versos y nos hacen ser parte de ellos, como la muerte pertenece a estos dos libros. A través del paso por la muerte y la derrota llegamos a “Producto Interno Bruto” (Editorial Foc, 2012), el último libro del autor, el título recuerda a un país, a la globalización o tal vez al capitalismo salvaje, nos sitúa en otro lugar distinto al de muerte, el único con el que sabemos compararla: la existencia; hay una voz que nos cuenta lo que observa y nos golpea, también con tono lúdico se ríe de esa pelea que tiene el poeta con la vida, su manera de liberarse de los golpes también a puñetazos, con la mano cerrada, lo suficiente como para agarrar la pluma y plasmar el poema. Aquí una muestra, unos versos secuestrados de “Producto Interno Bruto” y que al leerlos nos barren de las aceras, convertidos ya en parte de los despojos: podemos escapar, o no. Tal vez de eso trate la poesía.
“…
en las manos
el balde donde dios
quedamente
gotea
…”
Redacción: Sonia Aldama Muñoz.
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