Teatro de verano en Madrid
Clasificación: Teatro
Dirección y Adaptación: Manuel Gancedo
Productor: Juan Antonio Molina
Ayte. Dirección: Noé Denia
Iluminación: Eduardo Vizuete
Escenografía: Decoración Dharma
Video proyección: Things Happen
Vestuario y sastería: Itxaso Badell
Cartel: Fernando Bellver
Reparto: Nuria González, Carlos Chamorro, Ana Mayo, Noé Denia, Juan Antonio Molina, Elisa Lledó
Una producción de Tres Balas Producciones
Es curioso que el teatro del absurdo siga tan vigente hoy en día. Se trataba de un teatro que reflejaba la intranscendencia de la comunicación humana, a veces, la imposibilidad de dicha comunicación, en un mundo en el que cada uno tiene un microcosmos del que es difícil salir. Más si cabe cuando a las tablas no podían llegar obras polémicas por cuestiones políticas. La forma de protestar contra esa situación fue este tipo de teatro.
Da la casualidad de que la gran libertad de hoy en día, la abundante variedad de opciones personalizadas de todo tipo, los teléfonos móviles, otros dispositivos electrónicos, etc. provocan situaciones comunicativas tan absurdas que renuevan indudablemente la vigencia del teatro de Miguel Mihura o el de Samuel Beckett entre otros autores célebres adscritos al movimiento.
En este sentido, Los Veranos de la Villa en la sede de Galileo nos ofreció la posibilidad de disfrutar de una obra muy bien escogida ya que no supone otra versión más de las muy representadas Maribel y la extraña familia o Tres sombreros de copa de manera que hemos podido ver un título de Mihura que resulta mucho más novedoso aunque no nos suene tanto.
Se trata de una versión adaptada. Eso sí, me he llevado la grata sorpresa de que no se tratara de una versión de estas que hace irreconocible el original. Pantallas de televisión, alguna alusión a los programas de más éxito y algún detalle más hacen que nos acerquemos a la historia sin perder el característico sabor de este teatro ya bastante vanguardista en sí. Muy buen trabajo el de Manuel Gancedo ya que hacer una buena adaptación es tan difícil como delicado y siempre corremos el riesgo de que la gente se decepcione.
Resulta que en la representación hay una llamada de teléfono en la que se pregunta por la Agencia Pandora. Una casualidad de esas que hace preguntarse por el destino y por el sentido de dichas casualidades.
El argumento presenta a un matrimonio millonario que no sale de casa aunque su incomunicación y autoaislamiento es patente. Sin embargo, una repentina llegada de huéspedes altera su soporífera rutina y culmina en un milagro que, evidentemente, no vamos a desvelar.
Lo más innovador en esta versión es la persona de un telonero que ameniza la espera y que es tan clásica como el propio teatro ya que en los tiempos de Lope de Vega eran muy celebradas las breves piezas musicales, con danza en ocasiones, en las que se completaba el espectáculo y se daba ocasión para relajar el patio de butacas. La idea de recuperar la tradición no parece mala aunque habrá público al que le cueste adaptarse.
En todo caso, se trata de una crítica amable y suave que era la que se podía escribir en aquella época y que hoy en día podría parecer un poco blanda. Sin embargo, creo que las salidas de tono pierden cada vez más fuerza y estas ironías amables tienen mucho más picante ya que por mucha razón que tenga una crítica ácida, si pierde las formas, se queda sin argumentos.
No deben lamentarse nuestros lectores ya que confío en que dada la buena acogida del espectáculo se retomará en un periodo razonable. Otra de las señas de identidad era la de tratarse de teatro al aire libre con la posibilidad de comprar bebidas, raciones y bocadillos, algo que da más sentido aún a la figura del telonero ya que posibilitaba que se abriera la barra. En definitiva, teatro emprendedor que es lo que se demanda hoy en día. Que lo disfruten.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado
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