Título: Los últimos días
Autor: Raymond Queneau
Traductor: Pablo Moíño
Editorial: Gallo Nero
Páginas: 256
ISBN: 9788494108709
Precio: 19€
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Sinopsis: «Así vivía esa vida mediocre, persuadido de que dicho instante llegaría; y cuando tomaba conciencia de esta esperanza, se insultaba por aquel repugnante optimismo, pues el pesimismo le parecía, después de todo, la única concepción aceptable de la vida y la única acorde con la realidad. Él profesaba la fe del pesimismo.» En el París del Barrio Latino, la Sorbona y los cafés, jóvenes y mayores creen burlar el paso del tiempo conversando de filosofía y literatura. Y justamente el tiempo es el verdadero protagonista de esta novela, entendido no solo como un retorno cíclico y alterno de las estaciones, sino también como el único e ineludible medio con el que el hombre se entrega a la vejez y la muerte. Los últimos días es una obra de construcción perfecta, en la cual desfilan las historias de algunos parisinos que se cruzan sin una finalidad aparente: los estudiantes con sus esperanzas, los ancianos que frecuentan el café Soufflet, el poeta-filósofo Tuquedenne y sus amigos, y Alfred, el camarero futurólogo entregado a la estadística y a la lectura de las revoluciones planetarias.
Aunque pueda parecer que todo ya se ha dicho del París de los años veinte, queda mucho todavía por desentrañar. En esta ocasión, la editorial Gallo Nero nos acerca una edición del libro de Raymond Queneau, «Los últimos días», ambientada en esa época tan convulsa en la capital del arte por antonomasia, París.
Podemos ver a lo largo del texto ironía, emotividad y descripción veraz de una sociedad que estaba empezando a cambiar en todos los aspectos. Vemos desfilar personajes que, aunque en un principio se nos presentan en grupos separados, al avanzar en la lectura vemos que esa línea divisoria que nos hemos imaginado al principio no es tal.
Un texto repleto de guiños a las artes vanguardistas que proliferaron en esos años, una amalgama de artistas, estudiantes, trabajadores corrientes. A lo lago del texto vamos creando empatía con personajes que no pensamos que fuéramos a apreciar. Pero Raymond tiene ese don, esa forma de narrar lo cotidiano de forma artística con personajes corrientes y complejos. Raymond congrega en las páginas de este libro diversos personajes tanto en su condición de artistas o incluso camareros del bar que frecuentan, como en las franjas de edades tan diversas que utiliza. Con ello consigue que tengamos una percepción más amplia de aquella sociedad que vemos frecuentar cafés, burdeles o la mismísima Sorbona.
Seguimos pensando al terminar la lectura que ese París de los años veinte tenía un halo de esperanza para la humanidad. Muchos de nosotros hubiéramos dado lo imposible para haber vivido aunque fuera unos segundos allí, y habernos impregnado de todo el arte y el aire de cambio que se respiraba. Vemos en los personajes de Raymond cómo cada uno vive e interpreta su época desde sus limitaciones y proyecciones artísticas y laborales. Y no podía ser menos, nos damos cuenta que la Universidad ha sido y será una cantera de cerebros y almas preparándose para cambiar las cosas. Algo que todo el mundo debería tener en cuenta, fuera la época que fuese.
Sabemos que no es sano pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no podemos evitar que algo nos diga que así fue cuando leemos libros como «Los últimos días». Pensamos en esos últimos días de un París que desapareció, dando lugar al de nuestro tiempo. A un París lleno de esperanza y bruma en el alma a partes iguales. Al París de los cafés literarios y artísticos, a las charlas filosóficas que inundaban las reuniones sociales. A ese París que invariablemente buscamos siempre que lo visitamos, aún sabiendo que no volverá jamás.
Raymond Queneau (1903-1976). Escritor y poeta, a finales de los años veinte se adhiere al surrealismo y a las ideas del grupo de artistas que gravitaba alrededor de Breton. Progresivamente, se va alejando de esa influencia y en 1960 funda el movimiento experimental OuLiPo (Obrador de Literatura Potencial). Entre sus obras, caracterizadas por un humor refinado y sutiles inventos estructurales, destacan Odile, Zazie en el metro, Flores azules y Ejercicios de estilo.
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