El Gran Gatsby, cuando la esperanza es el único motor de la vida

4 Votos obtenidos¡Vótame!¡Vótame!

.

Hoy mismo hacía 89 años de la publicación de «El Gran Gatsby». Los enamorados de esta obra seguramente no podrán evitar una rápida relectura en el día de hoy, un pequeño vistazo a la genialidad de la prosa del gran Fitzgerald, un escritor que transformaba dolor en belleza a través del arte de su prosa.

La historia es de sobra conocida, así que no nos extenderemos demasiado en la trama. Nueva York en los años veinte. Una época en la que está presente la dualidad de lujo y decadencia, en la que la sociedad es lo que impera en cuanto a necesidades básicas que alimentar y proteger incluso con la vida. Tenemos a Nick Carraway, narrador de la novela, vecino de Gatsby, y primo segundo de la obsesión de éste, Daisy, que a su vez está casada con Tom Buchanan. Tom le es infiel a Daisy, una práctica habitual en la alta sociedad de esos años, pero que no duda en marcar su territorio cuando intuye que algo está sucediendo entre su mujer y aquel desconocido caballero de nombre Jay Gatsby. Y por supuesto, el gran protagonista, Gatsby, de mirada dulce, sincera y penetrante, luchador incansable, millonario y misterioso. Organiza las más multitudinarias y fabulosas fiestas en su mansión al otro lado de la bahía de East Egg, y justo enfrente de la casa en donde viven Daisy y Tom. A través de un encuentro concertado gracias a Nick, Gatsby y Daisy vuelven a encontrarse años después de haberse conocido, replanteándose sus vidas y dudando de lo que está bien o mal. Pero puede que las convenciones sociales que tanto peso tienen en aquel entonces, trunquen de forma dramática sus vidas irremediablemente.

Tenemos varias versiones llevadas a la gran pantalla. Sus dos adaptaciones más conocidas son la versión de 1974, dirigida por Jack Clayton, con guión de Francis Ford Coppola y protagonizada por Robert Redford. Otra más reciente se estrenaba el año pasado, con Baz Luhrmann como director y guionista, junto con Craig Pearce y protagonizado por Leonardo Di Caprio. Está claro que el éxito de esta historia no tiene fin, y nos perdemos en las salas de cine rememorando la historia leída hace tiempo, sufriendo a cada minuto aun sabiendo el temido final.

Hay clásicos que siempre están de moda, y en este caso, Gatsby es una historia que enamora, duele y hace mella siempre que la leemos. Muchas han sido las ediciones que se han publicado desde aquel 10 de Abril de 1925. Aunque a finales de este año esperamos publicar un Especial sobre Fitzgerald por el 75 aniversario de su fallecimiento, más detallado en cuanto a ediciones, detalles e historia, queremos resaltar a día de hoy dos ediciones de su gran obra que todo buen amante de los libros, y de Fitzgerald en concreto, debería tener en su biblioteca.

Ilustración de Jonny Ruzzo, en Editorial Sexto Piso

Hablamos en primer lugar de la editada el año pasado en Sexto Piso, con ilustraciones de Jonny Ruzzo. Una edición de tapa dura, de ésas que se disfrutan con el simple hecho de acariciar la portada, con una muy buena traducción de Justo Navarro. En sus 168 páginas disfrutamos visualmente del Gatsby más enamorado y más herido. Una obra que se disfruta con todos los sentidos, y que nos deja una impronta difícil de olvidar.

La otra edición de la que queremos hablaros es la de Nórdica, que también el año pasado nos hacía el regalo de su edición en un formato algo más pequeño pero que gracias a ello se puede llevar más fácilmente con nosotros a cualquier parte. En esta ocasión, tenemos de traductor a José Manuel Álvarez y las ilustraciones a cargo de Ignasi Blanch. Una obra en tonos azules, negros y blancos, que conlleva una calma que Gatsby no tuvo en vida, pero sí obtuvo al final de su historia. 232 páginas de amor y odio, que nos llevan a su relectura constantemente.

Las dos ediciones son para disfrutar, para vibrar y bailar en los bailes de la mansión que constantemente estaba llena de gente y a la vez era tan solitaria. Podemos sentir el amor y la desesperación en cada una de sus páginas. Sentimos en la lejanía una luz verde, fija en nuestro horizonte, verde como esa esperanza que rozaba la locura, pero que mantenía vivo al ser de sonrisa más sincera que ha habitado jamás las tierras literarias.

Ilustración de Ignasi Blanch, en la Editorial Nórdica