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Título: Cruce de Caminos (The Place Beyond the Pines)
Director: Derek Cianfrance
Guión: Derek Cianfrance, Ben Coccio, Darius Marder
Reparto: Ryan Gosling, Bradley Cooper, Eva Mendes, Dane DeHaan, Emory Cohen, Ray Liotta, Rose Byrne, Ben Mendelsohn, Bruce Greenwood, Mahershala Ali, Olga Merediz, Craig Van Hook, Gabe Fazio, Robert Clohessy, Luca Pierucci, Anthony Pizza, Kayla Smalls
Duración: 140 minuos
Año: 2012
País: EE.UU.
Música: Mike Patton
Género: Drama / Crimen
Productora: Focus Features / Hunting Lane Films / Pines Productions / Sidney Kimmel Entertainment
Distribuidora: Tripictures
Luke (Ryan Gosling), un motorista que trabaja como especialista viajando de una ciudad a otra, trata de ponerse en contacto con su antiguo amor, Romina (Eva Mendes), y descubre que recientemente ella ha tenido un hijo de él, Jason. Decide entonces dejar su trabajo en la carretera y dedicarse a su familia trabajando como mecánico.
Como ya hizo en su segundo largometraje (“Blue Valentine”, 2010), Derek Cianfrance, crea una historia episódica. En aquella amalgama de sentimientos llevados al extremo, una pareja se amaba en una de las partes y luego se dejaba de hacerlo en la otra. Eran dos historias distintas en espacio y tiempo pero unidas por sus personajes. En aquel momento, Cianfrance, hizo uso de flashback y el flashforward para explicarnos esas dos partes, claramente diferenciadas, de la vida de cada uno de los protagonistas.
Ahora, el director, vuelve a realizar una película episódica pero con una narrativa más clásica, es decir, uno detrás de otro. Tres capítulos que cambian de narrador protagonista justo cuando la última escena del primero acaba y empieza la del siguiente.
Vayamos por partes: en el primer tramo, protagonizado por un hierático pero muy cool —como ya hizo con su, ya de culto, personaje de “Drive” (2011), Nicolas Winding Refn— Ryan Gosling, asistimos a la historia del “malo”. En la segunda, un Bradley Cooper que cada vez le está cogiendo más gustillo a las interpretaciones y a las películas decentes, nos cuenta la historia del “bueno”. Y finalmente, la tercera es la de los descendientes masculinos de ambos protagonistas, dando así sentido al título pero siendo, sin duda, la menos interesante de todas. Y lo es, en parte, porque se inicia con esas coincidencias del destino, a veces, tan poco creíbles pero al mayor problema viene porque llega en un momento de la historia en el que empezamos a perder interés.
A modo de tragedia griega, el director nos muestra los sentimientos y relaciones —que al final es de lo que trata la película— de cada uno de los personajes, siendo el “malo” no tan malo y el “bueno” no tan bueno, pero Cianfrance, aunque consciente de ello, evidencia cada movimiento o coincidencia futura dejando a un lado cualquier atisbo de sorpresa y eso, en la humilde opinión de quien escribe, hace que la atención del espectador vaya en descenso. Es por ello que el primer episodio acaba siendo el más interesante y redondo de todos.
A parte de lo citado, hay otras dos cosas que no se pueden, si se deben, pasar por alto. La primera son los extraordinarios secundarios que pasean por toda la película como Eva Mendes, Ray Liotta o Ben Meldesohn, soberbios todos ellos. Y, la segunda, es la tremenda capacidad que tiene Dereck Cianfrance para crear cine, es decir, conjugar el audiovisual, cuando el sonido y lo visual se unen en bellísimas imágenes y, aunque solo sirvan como meros elementos preciosistas, son esos momentos, como espectador, en los que te das cuenta que lo audiovisual se ha transformado en séptimo arte.
Redacción: Antonio Garrido
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