Tenía otros planes para el review de hoy, pero aprovechando que a la distribuidora del juego “Metro 2033”, llamada “THQ”, le dio por regalar el juego GRATIS decidí abalanzarme sobre él cual ave carroñera.
Como siempre, un mini sumario: Metro 2033 está basado en los libros del mismo nombre y fue lanzado el 18 de marzo del 2010 por Europa. El juego fue desarrollado por “4A Games” y consiste en un FPS (First Person Shooter, aquellos en los que eres un señor que dispara) con campaña individual.
Como ya se puede deducir el juego tiene lugar en el año 2033. Y hay metros. Profundizando ahora en el tema, eres un ciudadano ruso en una época post-apocalíptica en la cual la población se ha visto obligada a refugiarse en el metro a causa de la contaminación exterior y ciertos seres mutados que por allí rondan (y en el metro) Eres Artyom, de quien en ningún momento te dan mucha información pero juzgando por como todo dios te reconoce y saluda alegremente he conseguido deducir que eres un ganador de La Voz pese a que nunca hablas. O un abogado de oficio. O un chef magistral. Yo que sé, en tu habitación tienes una guitarra, dejémoslo en cantautor revolucionario.
Total, este famosete de pocas palabras acaba siendo enviado, por cosas de la vida, a viajar a una estación lejana para enviar un mensaje. La cuestión es que ,a falta de acceso directo, tendrás que apañarte viajando por túneles e incluso saliendo al exterior en ocasiones para cumplir tal tarea. Y eso no es seguro.
Por lo general tendrás que verte con monstruos que habitan en los túneles, unos seres bípedos con cara de topo y muchos dientes. Hay otros seres, pero no hay una variedad demasiado grande que se diga. En ocasiones tendrás que enfrentarte también contra seres humanos, sean bandoleros o incluso Nazis.
Centrándonos ahora en el juego en sí, ya hay varias cosas que se pueden destacar con facilidad: la ambientación y la economía. La ambientación está a mi parecer bien lograda, dando a todas las estaciones una sensación de pobreza y necesidad de sobrevivir, conjuntamente con unos espacios exteriores desolados en los que te ves obligado a llevar una máscara de gas. Cada estación da la sensación de ser un último bastión de la humanidad. Respecto a la economía, la moneda de cambio son balas de grado militar de antes del apocalipsis, las cuales son de mejor calidad que las que se hacen en el metro. Con estas balas puedes comprar armas nuevas, comprar más balas de menor calidad (por lo que hacen menos daño pero al menos posees más cantidad) o incluso cargarlas en tu arma para más potencia de fuego. La elección es tuya, y pese a lo descabellado de “disparar tu dinero”, a veces algo de fuerza extra puede ser lo único para sobrevivir.
Una regla que me impuse al jugar al juego (o que el juego me impuso a mi) es “tómate tu tiempo”. La munición es relativamente escasa, por lo que si vas directamente hacia donde te manda la misión y no gastas algo de tiempo en explorar otros caminos, puedes pasar por alto mucha munición, algo de dinero (me refiero a balas de grado militar) o incluso armas mejores que las tuyas. Lo importante es racionar lo que gastas y usar el arma adecuada para el momento adecuado, teniendo la munición restante siempre presente.
La narración es entretenida si tenemos en cuenta cómo suele ser en la mayoría de FPS, nula o casi nula. Aquí sí que sientes que hay un progreso, una historia, y como poco a poco te va encaminando hacia una dirección. En ocasiones tendrás a compañeros luchando junto a ti, algo que siendo sincero se me hizo inesperado teniendo en cuenta que el juego da una sensación de soledad con un toque claustrofóbico, puesto que rara vez vas a ver el cielo.
En cuanto a lo que el juego sacó provecho tengo algunas quejas: los personajes, pese a que algunos de ellos son carismáticos, nunca acaban sintiendo muy cercanos. No se profundiza demasiado en sus orígenes y circunstancias, por lo que en ocasiones me sentí como si solo tuviera un arma extra flotante que me ayudaba, más que un ser humano que me protegía. Aun así, la narración me consiguió compensar esa falta. Lo que no me compensó fue la variedad de enemigos. La mayoría de veces me enfrenté a aquellos seres topo ya mencionados. Los humanos rara vez aparecían, aunque se te ofrecía la posibilidad de disparar a saco (teniendo en cuenta lo débil que eres contra las balas mejor no) o matarlos sigilosamente. Aparecen otros seres, pero algunos de ellos sólo aparecen en muy pocos episodios, y a uno relativamente interesante (sombras humanas que no te atacan directamente pero a las que si tocas, mueres) no se le dio mucha presencia en el juego, dándoles un solo momento de fama antes de desaparecer porque sí.
Pese a esas faltas la experiencia no se vio demasiado resentida, y se puede ver el cuidado que recibieron la historia y la jugabilidad. Cuando quería darme cuenta ya me encontraba explorando cada esquinita y encontrando un arma mejor para mí o munición de escopeta que posteriormente usaría para matar bichos.
Pros:
– Ambientación realista y lograda
– Historia pegadiza
– Si se juega en inglés, el acento ruso te traerá alguna que otra sonrisa
– La economía es novedosa y funciona bien
– Al estar casi obligado a tomarte tu tiempo explorando, la experiencia se hace más duradera y amena
Contras:
– Poca variedad de enemigos
– Comprar armas es por lo general bastante inútil, ya que las encontrarás tiradas por ahí
– Desarrollo pobre de los personajes
– A partir de un punto acabé usando solamente dos armas, la escopeta y la ametralladora, por lo que las demás se volvieron inservibles para mí
– Sólo posee campaña individual
Resumiendo: Como este juego es ahora gratuito (o lo era, para publicitar la próxima salida de la segunda parte) recomiendo cogerlo, ya que proporciona diversión durante un tiempo. Pese a ello no recomendaría comprarlo, sólo alquilarlo, ya que una vez acabas la campaña pues ya está. Ea. Felicidades. Un aplauso y a dormir. No te dan nada ni tiene ningún motivo para volver a jugarlo, excepto quizá jugar en dificultades más altas, poco más. Si te apetece algo de diversión despreocupada durante un ratejo, éste es tu juego.
Redacción: Adrián Soria Bonilla
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