<Todas las relaciones caducan, la cuestión está en avivar el fuego o mantenerlo encendido>
Si las letras francesas gozaron de la elegancia de un erizo ahora, las tablas madrileñas gozan de la elegancia de un cabaré.
Roma Calderón consigue una intimidad con el público, un clima de proximidad que solamente se puede conseguir en un teatro en el que la confidencia y fraternidad se convierten en algo que va mucho más allá de la carne. Pese a la poca ropa, las canciones y la temática en general, para mí este cabaré tiene más de teatro íntimo, me atrevería a decir que hasta filosófico que de otra cosa. Una filosofía popular y senequista, de la calle, si se quiere o arrabalera pero que nos va a quitar unos cuantos prejuicios de la cabeza en caso de prestar atención.
A la vuelta de los años, Roma Calderón agarra una botella de tequila, que va tomando a pequeños chupitos y que termina rotando por el patio de butacas, en un diálogo que implica al público desde la fraternidad.
Nos va confesando sus vivencias en el terreno del amor en todas sus facetas. Nos hace ver cómo Hollywood nos ha levantado mitos absurdos que nos han llenado la cabeza de tabúes y confusiones varias que nos hacen perder el gusto por cuestiones que nos vamos perdiendo al dejarnos llevar por paradigmas bobalicones que llevamos como un virus metido en el disco duro.
En definitiva, apuesta por la sencillez y por la comunicación. En definitiva, por un diálogo que va surgiendo en un monólogo que plantea cuestiones que dinamitan estructuras hipócritas y dañinas. Frente a ellas, habla sin tapujos de cuestiones que todos conocen y nadie saca a la luz.
Mucho más verbal que físico, el cabaré que se puede disfrutar los viernes en los Teatros de Luchana nos hace ver cómo la naturalidad puede dar un enfoque mucho más amplio a cuestiones que se van complicando cada vez más según avanza el milenio. No tiene por qué ser la panacea, por ejemplo, contra la violencia de género. En todo caso, escuchar estos argumentos con cierta amplitud de miras y con un espíritu abierto podría transformar algo las conciencias y sanar algunos complejos maliciosamente instalados en nuestro disco duro.
Al final del espectáculo se ofrece el CD con toda la música de la función al módico precio de 5 €. A mitad de espectáculo hay un descanso que permite acudir a la cafetería a tomar un refrigerio. En todo caso, animo a acudir con tiempo ya que la calidad de los alimentos que se ofrecen en una esa cafetería, que tiene mucho de chill out, merece mucho la pena. Que lo disfruten.
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado
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