Dicen que: “Detrás de un gran hombre existe una gran mujer” y más que una postura feminista considero que debido a las diferencias de género, el hombre y la mujer se complementan. Así de sencillo.
Por eso quiero compartirles quién enseñó a Gandhi -el gran filósofo pacifista hindú-sobre el voto de silencio ¡Y vaya que le sacó sus buenas canas verdes! aunque ustedes lo imaginen siempre pelón ¿Quién no ha salido a tomar cursos de autoestima, control del estrés y yoga por todo el mundo buscando eso que sin duda a veces lo tenemos en casa? Pues así mismo le pasó al gran reformador de la Paz, cuando en su juventud vivió el matrimonio como un dolor de muelas por no comprender a su mujer.
Se cuenta que ante las continuas salidas de Kasturbai de casa Mohandas sentía una gran inquietud, motivo por el que le prohibió terminantemente que se alejara de su lado. La sabia y joven esposa de Gandhi se encogía de hombros, escuchaba con aparente sumisión las palabras de su marido y después obraba en consecuencia. Es decir, seguía saliendo con sus familiares y amigas, a sus anchas.
Mohandas no podía resistirlo y señal de ello es que abandonó casi por completo sus estudios. Él siempre obediente a los mandatos familiares, no alcanzaba a comprender por qué su esposa no le prestaba la atención debida en este aspecto. Además Gandhi, a sus quince años, no gozaba de la sencillez en los tratos: gustaba de imponer sus decisiones, educar y reformar a los que le rodeaban. Nada de esto le sirvió con su joven mujer, por lo que estaba poco menos que al borde de la desesperación.
Llegó el día en que Mohandas decidió emplear todos los recursos que fuesen necesarios para someter la voluntad rebelde de Kasturbai. En tono un poco áspero le dijo que no saliera bajo ningún concepto, pretexto o razón. ¿Cuál fue entonces la reacción de la esposa? Bien simple: salió de la casa y no retornó hasta el anochecer.
Mohandas estaba perplejo, malhumorado y con los nervios de punta. Kasturbai volvió adoptando una actitud de clara indiferencia e incluso osando entonar algún himno que otro. Cuando Mohandas salió del consecuente estado de sorpresa en el que le sumía lo postura de su mujer, dijo con voz imperiosa:
-Es necesario que hagas aquello que yo te mande. Soy tu marido y de acuerdo con nuestras leyes soy tu dios. ¿Cómo eres capaz de desobedecerme?
Kasturbai hizo aquello que ya hace tiempo venía haciendo: guardar silencio.
Pasados unos segundos y con gran serenidad por su parte, Kasturbai salio de la estancia ¡No hace falta decir, cómo se sintió Mohandas! resultaba terrible para él, orgulloso y desafiante, saber que era incapaz de dominar a su mujer.
Ella sin saberlo, estaba practicando fielmente el satyagraha -resistencia pasiva-, sistema en el que Gandhi llegaría a ser un verdadero experto. Si por una parte Gandhi hubo de sufrir en aquella época lo indecible, por otra aprendió de su esposa ese gran caudal de energías que representa la resistencia pasiva.
Muchos años después diría:
“Aprendí la lección de la no-violencia de mi mujer, cuando me esforcé por doblegarla a mi voluntad. Su abierta resistencia a mi voluntad por una parte y su tranquila sumisión a sufrir mi estupidez por otra, acabaron por hacer que sintiese vergüenza de mí mismo y me sanaron de mi estupidez al pensar que había nacido para gobernarla; y por último se convirtió, pues, en mi maestra en no-violencia”
Mohandas descubrió entonces que nada fructífero podría obtenerse por medio de procedimientos no razonados y, hasta cierto punto violento, como los que él venía utilizando.
Después de la dura reflexión, Mohandas empezó a tratar a su esposa con dulzura. Pasado un tiempo, fue ella la que agradecida, dijo:
-Puesto que ahora te esfuerzas en comportarte justamente, haré lo posible por visitar menos a mis parientes y amigas.
Qué tan cotizado está en nuestra época el silencio. ¿Creen poder ganar una guerra con amor?
¡Esperamos que ganen esta semana todas sus batallas!
Redacción: Tania Castillo
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