Sueños en piel

Print Friendly, PDF & Email
3 Votos obtenidos¡Vótame!

 

Nunca me cubriré la cara por vergüenza, porque no tengo cara. Después de viajar con esta máscara -que yo misma tejí, fastidiada por la mirada de los niños que me miraban como a un animal fuera del zoológico- decidí buscar un rostro que se ajustara al mío. Uno no elige su rostro. La naturaleza hace lo suyo; combina a los padres y después, los años se encargan de marcarlo con las arrugas que provienen de la risa o el mismo dolor. Algunos dicen que son las marcas de la experiencia, yo más bien creo que son las letras del gesto.

¿Qué porque no tengo cara?- me pregunta usted- pues la verdad, no sabía que alguien debía tenerla. Desde que tengo recuerdo ya no la tenía. Decía mi Madre que cuando ella estaba en los ensayos del teatro me dejaba encargada con una nana. Mi Madre acostumbraba prender veladoras cada que tenía función para que los dioses griegos escucharan su ruego y entre el público llegara el productor que la descubriría como una gran artista. Sin embargo, eso no sucedió jamás y, lo que sí pasó fue que la veladora se derramó en el cuarto y la nana por estar echando novio me dejó dormida en mi cuna.

El edificio se prendió y yo me quedé ahí.

 

Cuando me rescataron, todo, todito el cuerpo ya estaba achicharrado, quemado y dolido.

Viví mis años de infancia en un hospital para niños quemados. Sin embargo, no me quejo, porque fui muy feliz. Mi Madre siempre estuvo conmigo y ella misma me educó.

Fui al parque de noche y a veces, me llevaba al cine cuando los niños estaban en los colegios y los demás en el trabajo.

Sí, fui feliz hasta que murió.

Creo que cuando ella ya no estaba descubrí que los niños tenían rostros y la razón verdadera por la cual me sacaba a jugar de noche. De niña, siempre creí que mi rostro crecería en algún momento, así como mis brazos y mis piernas, pero cuando me explicó que eso no sucedería entonces; lloré.

Sí, lloré mucho, no vaya a creer que por tener los ojos casi cerrados por los colgajos no puedo hacerlo. ¡Claro que lloré! pero no me iba a quedar toda la vida mojando el pedazo de masa lisa que tengo por cara.

Fui con muchos cirujanos plásticos que dijeron que nunca podrían operarme debido a la alergia que me causaba la anestesia. Sin embargo, el plan ya estaba hecho: me propuse a tener una cara a como diera lugar.

Busqué en el directorio telefónico al mejor de los tatuadores. (Sí, de ésos que hacen obras de arte en la piel) Junté mi dinerito y después de buscar en los cuadros de Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Rafael hice mi boceto sobre la cara que iba a tener.

También me refugié en Picasso pero creo que sería un desatino de mi parte porque aunque amaba sus rostros cúbicos, no sería la mejor forma de hacerme pasar desapercibida y tener un poquito de “normalidad”. Lo mismo me pasó con muchos otros artistas…

Cuando conocí al Germán, -el tatuador-  sentí que mi alma se despegaba del cuerpo al cruzar la puerta del local cuya marquesina anunciaba lo siguiente: “Sueños en piel”.

Respiré profundo y pensé que el nombre del lugar era buena señal.

Él no reaccionó de ninguna forma cuando vio entrar a una mujer con una máscara negra y un sombrero. Me imagino que en ese lugar han de llegar todo tipo de personajes excéntricos que buscan un nuevo diseño en el cuerpo y que por eso, ni lo perturbó mi presencia.

 

-¿Qué te vas a hacer?- Me dijo, en tono indiferente.

– Una cara, por favor- Contesté con toda la timidez que salía de mi voz temblorosa.

– ¿Tienes un diseño?

– Sí, mire usted, aquí tengo uno-. Saqué de mi bolso un dibujo de  La Mona Lisa.

– A ver, quítate la máscara para ver en qué parte de la cara lo quieres.

Fue entonces cuando me quité la máscara y su cara palideció con asombro.

– No se asuste, por favor.

– No. No es eso, querida, es algo peor: la piel está muy lisa y la tinta no va a entrar.

– No, no me diga eso, por favor: INSPÍRESE.

 

Me sorprendió que no se asustara por mi rostro, sino porque el lienzo que le llevaba (por llamarle de algún modo a mi piel) era inservible.

Le conté toda la historia y me escucho atentamente.

Le dije que “se inspirara” porque después de recorrer el mundo observando el trabajo de grandes artistas me quedó claro que la mayoría  realiza milagros a partir de la nada. Algunos sin dinero, otros sin material y muchos más, sólo sobreviven por sus propios sueños. En este caso mi sueño valía más que cualquier dificultad.

Le dejé en la mesita un fajo de billetes. Le advertí que volvería al otro día para una respuesta.

Cuando salí de “Sueños en piel” me coloqué la máscara negra y me senté en un parque en donde todos los pensamientos se me cruzaban como rayos en tormenta con un sol radiante. Revisé mentalmente la plática reciente para saber qué posibilidades tenía mi meta, cuando de pronto, llego el primer miedo: le había mencionado a Germán que yo era alérgica a la anestesia y él propuso que debía ponerme algunos disparos de spray en la cara, (si es que se animaba a realizar el trabajo).  Pensé que una vez pagado el trabajo no haría nada, y aprovechándose de mi reacción alérgica entonces me dejaría muerta en la plancha. Al fin y al cabo, ¿Quién podría reclamar mi cuerpo en la policía? ni identificación tenía.

Me calmé. Sí, lo acepto la emoción me puso paranoica.

Esa noche no dormí nada. Nunca había sudado, pero mis sábanas húmedas delataron el hecho a la mañana siguiente.

Llegué puntual a “Sueños en piel” y Germán me esperaba con mi ansiosa respuesta:

– Pues mire Usté chula, no puedo hacer nada. Sin piel no tengo en dónde rayar…

De un salto todas mis esperanzas se habían tirado a un pozo sin fondo. Me agarre la cabeza y arranqué la máscara con furia y desesperación.

Después me cubrí con las manos el pedazo liso, grande y rosado que sólo pronunciaba un poco de nariz, cuando gritó:

– A ver, quédese así…

Obedecí y pasaron unos minutos.

El artista corrió por un pedazo de papel y se puso a dibujar. La inspiración le llegó en el momento justo de mi catarsis.

– Sí, si puedo hacer algo por usted- dijo- Es algo muy loco, pero bueno, me imagino que usted ya está acostumbrada a todo.

Dejó un momento para que pudiera restablecerme y escucharlo.

– Su piel está muy dañada pero la piel de sus manos, no. Puedo tatuarle una cara en sus manos y sería una obra de arte caminando por las calles.

-¿Con las manos en la cara?

-¿Y por qué no? – me dijo muy seguro.  Sé de muchos que se les cae la cara de vergüenza y aún así, se dan el lujo de reírse cínicamente. También leí sobre un doctor que  le quemaron el rostro con arsénico por infiel y después de todo siguió siendo un inmoral con la cara destrozada. Entonces, ¿Por qué usted no podría andar con las manos en la cara mostrando el rostro “hecho a la medida”? El rostro que usted sí eligió. Sería algo como tener la obra más cara del mundo en sus manos

 

No supe si sonreí, porque los gestos no se pronunciaban en mí. Pero la chispa que salió de mis ojos debió ser tan grande que fue la señal para poner manos a la obra o mejor dicho: manos en mis manos.

Germán hizo un excelente trabajo, se había inspirado. El rostro que realizó en ambas manos mostraban con claridad el lugar preciso en donde se colocaban las cejas y los pómulos. También me hizo un lunar a lado de la boca, muy coqueto para hacerme aún más especial.

Lo único que tenía propio era el azul de mis ojos que expresaban todo y jamás habían sido observados por la gente que evitaba mirarme. Ahora podía mostrarlos hasta con arrogancia, pero sin olvidar que la parte más mentirosa del cuerpo son precisamente éstos, ya que engañan con mucha facilidad; creen verlo todo y realmente no pueden ver nada.

Con Germán nos hicimos grandes amigos. Viajamos a varias exposiciones en donde todos los artistas aplaudían su obra maestra: “El rostro hecho con mis propias manos”.

Con el tiempo se enamoró de su obra y nos casamos un par de años después.

Puedo decir que nunca se me caerá la cara de vergüenza porque no tengo. Sin embargo, al saludar a alguien en la calle puedo levantar la mano muy alto porque estoy portando la mejor obra de Arte en el Mundo.

 

Redacción: Tania Castillo

 

 

Etiquetas: , ,

Sobre pandoramgzn