“Una bandada de cuervos”, de Denji Kuroshima. La contienda siberiana y las injusticias sociales

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Título: Una bandada de cuervos

Autor: Denji Kuroshima

Editorial: Ardicia

Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés

ISBN: 978-84-941235-8-0

Páginas: 176

PVP: 16’90€

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Sinopsis: Las historias agrupadas en Una bandada de cuervos recrean las durísimas condiciones de vida de soldados y civiles durante la llamada «Intervención siberiana» de 1918, que enfrentó a las tropas japonesas y al recién creado Ejército Rojo. El gélido paisaje estepario, inhóspito e indiferente a la suerte de los hombres, se convertirá en un poderoso símbolo del frío permanente que parece haberse instalado en el corazón de los seres humanos.

Kuroshima, una de las grandes personalidades de la literatura proletaria nipona, levanta un contenido pero emocionante homenaje a las víctimas que las sinrazones del poder van sembrando a su paso. Con una prosa deliberadamente sobria, cortante como el viento helador que recorre estas páginas, mantiene presente el recuerdo inextinguible de todos los «humillados y ofendidos», honrando finalmente su dignidad. Esa que, pese a sus truncados destinos, sus opresores nunca consiguieron arrebatarles.

 

 

 

Entre 1918 y 1922, Japón envió a Siberia unos setenta y cuatro mil soldados en un intento para detener la propagación del comunismo. A esta contienda se la conoce como Intervención Siberiana, y en ella no solamente participaron los japoneses, varios países occidentales como Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, entre otros, también se aliaron y enviaron sus tropas al frente ruso para luchar contra el Ejército Rojo.

Es en este marco histórico-militar que se desarrollan cuatro de los ocho relatos que componen Una bandada de cuervos. Su autor, Denji Kuroshima –inédito en España hasta ahora–, es uno de los escritores cumbre de la literatura proletaria japonesa y que gracias a la magnífica edición de Ardicia Editorial tenemos el placer de leer.

Al igual que otros muchos japoneses de esa época, Kuroshima también fue enviado a las tierras gélidas siberianas para luchar contra el Ejército Rojo. Sin embargo, al empeorar su tuberculosis, fue repatriado a Japón varios meses antes de que finalizara la contienda. Y fue durante su convalecencia que empezó a escribir sus relatos. En ellos, aunque escritos en tercera persona, refleja su espíritu antimilitarista y las experiencias que vivió en la estepa siberiana, así como las duras condiciones de vida que padeció en esos fríos meses, como el hambre, el clima o la supervivencia.

Cada uno de los relatos que componen este libro muestra una gran autenticidad por la realidad que se describe no exenta de crudeza. Sin embargo, a pesar de lo duros que pueden llegar a ser, Kuroshima no cae en el sufrimiento exagerado ni en el sentimentalismo barato. Su estilo narrativo es directo y sin ornamentos excesivos, y por ello sus historias resultan más conmovedoras y cercanas. Los personajes de estos relatos se caracterizan sobre todo por su persistente lucha contra lo impuesto, de ir a contracorriente y de intentar superar las adversidades con todas sus fuerzas y con una gran voluntad. Pese a que luchan contra un sistema ya impuesto que les obliga a seguir en la situación en la que se encuentran, y a pesar de rebelarse –o de al menos intentarlo–, el destino que les depara no promete ser muy alentador.

Todo lo que les rodeaba no consistía más que en un páramo nevado, barracones de ladrillo y esporádicos intercambios de disparos. Se preguntaban para beneficio de quién debían enterrarse en vida, en aquel lugar remoto cubierto de nieve. Desde luego, no para el suyo ni para el de sus familias. Más bien por el interés de hombres que no hacían nada. Nada, excepto explotarles a ellos. Esos hombres eran sus verdaderos enemigos. Eran soldados que prestaban un servicio gratuito a sus enemigos. [pág.67].

A primera vista, puede parecer que Denji Kuroshima es un escritor pesimista por lo grises y desalentadores que son sus relatos, pero en realidad fue una persona bastante optimista. Y como el escritor proletario que fue, soñaba y confiaba en que en el futuro el mundo sería un lugar mejor y más igualitario. Por ello recurre a su escritura, de la que se sirve para hacer una fuerte crítica a la clase dirigente y al sistema impuesto. Pone en entredicho las decisiones tomadas por la misma dejando al descubierto el sufrimiento de los soldados en Siberia pero también la crueldad y los constantes abusos con los que los altos rangos del ejército japonés sometían a sus propios soldados, mostrando una completa indiferencia por sus pésimas condiciones de vida en la estepa rusa. Pero Kuroshima tampoco se olvida de los campesinos rusos que fueron invadidos y saqueados por el ejército nipón. Ellos también tienen su importancia en estos relatos.

Tanto el cerdo como el pollo solo los vemos cuando nos obligan a requisarlos (…). Pero, ¿quién creéis que se come el jamón y el bacón? Es todo para los oficiales. A nosotros nos reservan solo el papel de malvados, de ladrones. [pág.45].

En estos relatos se aprecia un mensaje claro y fuerte del autor: la necesidad de un cambio en la sociedad y en las costumbres. Con estas historias, Denji Kuroshima da voz a esos soldados que fueron a luchar a una guerra que ni les iba ni les venía y donde muchos encontraron la muerte. También da voz a la clase trabajadora y a los campesinos en los cuatro últimos relatos de esta antología: gente pobre, hambrienta y endeudada que desea con todas sus fuerzas prosperar pero cuyas esperanzas se ven truncadas.

Relatos realistas y honestos que denuncian la injusticia y el abuso de poder con crudeza, sin piedad. Tal cual sucedieron.

 

 

Sobre el autor

Denji Kuroshima nació en 1898 en la isla de Shōdo. Tras desempeñar distintos oficios fue llamado a filas en 1919 y enviado a Rusia para luchar contra las tropas soviéticas. A su regreso a Japón, comenzó a colaborar con el movimiento sindical y participó en diversas actividades políticas. Paralelamente, su abundante narrativa breve, ásperas crónicas de abuso y resistencia, fue apareciendo en publicaciones periódicas de la época. Su única novela, Busō seru shigai (1930), fue censurada en su país durante décadas y no aparecería íntegramente hasta 1970. A pesar de una larga enfermedad, siempre firme en sus convicciones, Kuroshima continuó escribiendo numerosas cartas y artículos hasta el final de sus días. Murió en 1943 en su casa natal.

 

 

Redacción: Mariona Rivas Vives

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