
«La historia que Dulce quería contar no la sabe nadie. Tenía su novela en la cabeza desde hacía tiempo, pero no se la contó a nadie. Ella hubiera escrito algo muy distinto, muy desgarrador. Yo he hecho la novela que a mí me hubiera gustado leer. Escribirla ha sido la excusa para sobrevivir a mi hermana. Dulce tuvo el acierto de encargarme este libro y éste es mi homenaje. Es mi venganza sobre su muerte», dijo Inma Chacón el día de la presentación del libro.
Dulce Chacón tiene una bibliografía extensa que comprende desde sus inicios en la poesía hasta la novela histórica como fue “La voz dormida (2002)”.
Hay una etapa en su vida que a mi parecer fue la más visceral, en la cual escribió los tres libros que conforman «La trilogía de la huída»: «Algún amor que no mate» (1996), «Blanca vuela mañana» (1997) y «Háblame, musa, de aquel varón» (1998) son libros cortitos: puro sentimiento concentrado, como esos perfumes en envases diminutos. Así era ella, una gotita de maravilla que se fue antes de tiempo. En la trilogía de la huida se puede apreciar la ansiedad de estar atrapado en una relación que no te lleva a ninguna parte. Refleja esa frustración que genera el fracaso de una relación. Pero sobre todo es el manual del ave Fénix, el cómo resurgir de las cenizas de un error cuando todo lo que queda es levantarse, cuando la única opción es seguir, ser feliz y no dejarse apalear por los errores o las tristezas que acosan la vida de todos en algún momento. Profundiza en uno de los temas que hoy, lamentablemente, sigue de actualidad como es la violencia de género. Mediante una prosa sencilla, cercana y llena de matices y una profunda caracterización psicológica de los personajes, Dulce nos lleva en un viaje que nos transporta sin darnos cuenta desde la humedad de una lágrima hasta la frescura de una sonrisa. Algo que solo ella podía hacer con tanta naturalidad y maestría.
Redacción: Jhayra Bravo Riascos
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